Carnaval de Tambobamba

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miércoles, 22 de junio de 2011

EL CORONEL MARCELINO CARREÑO

La acción constante, principal, heroica, abnegada y decisiva con que nuestros guerrilleros cooperaron al éxito de nuestra campaña libertadora, permanece hasta hoy desconocida, oculta en las honduras de la indiferencia y el olvido. Guerrillas organizadas por San Martín desde su llegada al Perú, a ejemplo de las cuales Sucre y Bolívar quisieron formar las de 1824. Organizadas en partidas, hicieron la guerra del espionaje, la sorpresa, el asalto y la batalla, con tenacidad y audacia; eran infatigables centauros en las cuestas, desfiladeros, escabrosidades y laderas de la sierra.
Desde 1821 y durante la campaña libertadora hostilizaron al enemigo por todos los lados, en sus marchas y campamentos, desmoralizando a las tropas, provocando la deserción en sus filas, asaltando su caballería y acémilas, quebrantando su poder militar. El espionaje suministraba al ejército Libertador en todo instante conocimiento exacto de las posiciones, movimientos y efectivos de las tropas realistas ocupantes del territorio; los guerrilleros preparaban las batallas, reduciendo al enemigo al mínimo de su ofensiva y eficacia. Bolívar dispuso que algunas partidas de montoneros y guerrilleros, a cuya cabeza se encontraban intrépidos jefes, marchaban sobre las huellas de los realistas con la misión de hostilizarlos.
Así , en 1823 operaban en Apurímac, el guerrillero Manuel Bustamante, Comandante de los “Lanceros de Collpa”, y el Sargento Mayor J. Irasusta, Comandante de las guerrillas de Curahuasi. En el año 1824 el Coronel Guerrillero Marcelino Carreño se encontraba en Curahuasi y controlaba la zona comprendida entre Abancay y el Río Apurímac. Prácticamente estos guerrilleros se convirtieron en los padres de nuestra Patria chica – Curahuasi.
Este montonero cuya lengua materna era el quechua, que estuvo en Curahuasi en 1824, según investigaciones realizadas por Mariano Felipe Paz Soldán, así como por Francisco Javier Mariátegui, basada en testimonios de quienes presenciaron los hechos y dieron cuenta escrita de lo que supieron, conocieron o vieron, a la vez; basados también en memorias, relatos y escritos tanto de los viajeros que estuvieron en el Perú como de peruanos que participaron en los acontecimientos, o en los informes militares de los Jefes del Ejército Peruano y del Ejército Colonial ante su Rey, así como sus Partes de Batalla y su correspondencia; cuyos testimonios llevan a firmar que el Coronel Marcelino Carreño participó desde la llegada de San Martín (1820), por quien fue designado.
Realizó sus actividades juntamente que valerosos peruanos de diferentes lugares como: Arequipa empezando por Caravelí; en Ica Chincha; Lima, Cañete; Lucanas, Parinacochas, Huamanga, Marcón, Huánuco, Andahuaylas, Oyón, Huaylas, Huancayo y otros muchos lugares que abarcaba con mucha facilidad por su dominio del quechua. Carreño antes de la Batalla de Ayacucho (noviembre de 1823) estando en Huánuco, fue el primero en romper relaciones con José de la Riva Agüero, al saber que éste se entendía con el enemigo, lo cual comunicó a Bolívar del siguiente modo: “el Regimiento de mi mando, los oficiales y yo, tenemos la fidelidad de estar bajo las órdenes de Vuestra Excelencia”.
El General García Camba, en sus Memorias, dice sobre Carreño, lo siguiente: “Carreño cubría con todos los montoneros del país entre Abancay y el Apurímac”. El fantástico guerrillero Marcelino Carreño, tuvo la adhesión resuelta de todas las poblaciones (como Curahuasi), en su obra literaria y de organización. Durante la Batalla de Ayacucho (09 de diciembre de 1924), el General La Mar solicitó a Sucre autorización para lanzar a sus reservas formadas por unos 700 a 900 montoneros a caballo, mandados por el Coronel de guerrillas Marcelino Carreño.
Sucre accedió de inmediato, las montoneras peruanas se formaron en orden de batalla en los declives existentes a la izquierda de la división peruana y cargaron con tremendos bríos; el choque fue de singular violencia, pero la división de los realistas comandada por Valdés se detuvo. Detenido Valdés, el General La Mar pudo organizar sus batallones y lanzarlos al combate, que se tornó reñido, imposibilitando a los coloniales que continuaran su operación de desborde y ataque por la retaguardia. Las montoneras de Carreño quebraron la primera parte del brillante plan de batalla de los realistas; en pago de ello murieron muchos montoneros, entre los cuales se encontraba Carreño. Esta acción heroica de Carreño al detener a Valdés, permitió la victoria peruana en las pampas de Ayacucho.
El Mariscal de campo realista don Jerónimo Valdés, en su informe dirigido al Rey don Fernando VII, sobre los acontecimientos que permitieron la derrota de las fuerzas coloniales, manifiesta que Sucre omitió mencionar al Coronel Marcelino Carreño como el Héroe Máximo de la Batalla de los campos de Ayacucho.
Esta omisión ha dado como resultado la más grande injusticia histórica que sobrepasa a la persona, al propio gran héroe que fue Carreño, porque este gran personaje es uno de los representantes más importantes de los grandes montoneros que tanto lucharon por nuestra Independencia, y que, en definitiva, fueron los que detuvieron al propio Valdés; en este empeño murió Carreño, y Valdés debió haberlo visto caer y por eso reprocha a Sucre el haber eliminado al formidable héroe del Parte de Batalla que confeccionó. Otra omisión de Sucre también estuvo relacionada con el General Gamarra. Sucre en su Parte marginó a los combatientes peruanos resaltando a los extranjeros.
En nuestro país había más de cien jefes montoneros, al mando de más de mil soldados regulares, quienes fueron los que nos dieron la libertad. Por todo ello, a todos estos héroes independentistas debemos honrarlos y perennizarlos como se merecen, por su sacrificio y por legarnos una Patria libre

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Fuente:http://www.tourenperu.com/personajesilustresdeapurimac.php

1 comentario :

  1. El historiador German Leguía y Martínez registra que el teniente coronel Marcelino Carreño murió un día antes de la Batalla de Ayacucho, en el encuentro de Corpahuaico.

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