La política económica del gobierno militar no dio los resultados esperados; antes bien resultó en un progresivo endeudamiento público. A la crisis económica se sumó el de la inestabilidad política del país. Las protestas y huelgas provenían de todos los sectores, pero la más grave fue la que protagonizó la policía en febrero de 1975. Entre sus reclamos se contaban el aumento de sus salarios y el mejor trato hacia el personal subalterno. Como sus reclamos no fueron atendidos, la policía entró en huelga en los primeros días de febrero. La ciudad de Lima se quedó, así, sin vigilancia policial, mientras que los huelguistas se reunían en el cuartel de Radio Patrulla, en la avenida 28 de Julio. En la madrugada del 5 de febrero el ejército abrió fuego contra dicho cuartel policial. Ya por la mañana, el centro de Lima se convirtió en escenario de innumerables saqueos e incendios debidos a la falta de policías. Sólo a las 11 de la mañana el ejército reprimió a los hampones que provocaban tales desmanes, haciendo uso de sus armas inclusive. Luego, el gobierno declaró el toque de queda a partir de las 6 de la tarde. Hasta el momento se desconoce el saldo de policías y civiles muertos, heridos o «desaparecidos» por la represión militar de ese día, lo mismo el saldo en pérdidas materiales.
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